Ya habían pasado dos semanas desde la muerte de Jinta. Kida visitó su tumba y se quedó un día llorando ahí. No se podía explicar por qué le habían sacado el corazón. Recordaba ese día, cuando lo habían pillado en el bosque, al lado de un árbol gigante. La policía buscó al asesino, pero cerraron el caso por no tener pistas.
– Hija, debes olvidar, - se le acercó la madre- deja quedarme en tu casa, no es bueno que estés sola.
– ¡No! - gritó Kida- ¡Nadie me puede ayudar!
Salió corriendo al bosque, se sentó al lado del árbol donde había muerto su novio. Empezó a llover y se durmió.
Vio a un hombre. Andaba con un sombrero de punta inclinado a derecha, vestía un abrigo negro que llegaba hasta el suelo. Sus ojos eran inexpresivos y el pelo le llegaba a los hombros, ambos negros. Su piel era blanca.
– Ya has cambiado. Desentierra lo que está a tu lado - le dijo.
Kida despertó, su sueño había sido tan real que decidió cavar la tierra húmeda. Quedó completamente perpleja ¡Era la espada de Jinta! Leyó la escritura de la hoja “tu muerte no vale nada, si no es por venganza”. Realmente era de él.
Pasó un mes y ella seguía soñando con el hombre y lo único que le decía era : “Nadie fue”, y se despertaba.
Una noche iba caminando por una calle y escuchó hablar a una pareja:
– Ese Dee, jamás cambiará de ropa, ¡Ni el negro!
– Hasta su pelo y sus ojos son negros – le dijo el señor.
– ¿Quién es ese tal Dee? - Interrumpió Kida.
– Él es un mago. - Respondió la mujer.
– Yo creía que ya no existían.
– Es el último de este país. - Apuntó el hombre.
– ¿Cómo lo conocen?
– Pues, hace un mes, llegó ensangrentado y nosotros lo alojamos en nuestra casa, él se bañó y yo le lavé la ropa. Mi esposo desconfiaba de él, creía que era un asesino, pero Dee nos convenció que no lo era y nos contó que era un mago.
– ¿Por qué te interesas tanto por él? - Preguntó el hombre.
– Es que desde la muerte de mi novio, él se me aparece y lo único que me dice es: “Nadie fue” ¡Ni siquiera sabía que existía!
– Algo sabe de ti o de tu novio. - Le dijo el hombre.
– ¿Dónde está?
– Nos llegó un comentario de que está en la “Marca de Sangre”, un bar. Queda a cinco cuadras de aquí.
Kida se fue corriendo.
– Lo que llevaba en su espalda. ¿Era una espada querido?
– Sí.
Estaba agitada, había llegado a la “Marca de Sangre”. No había luz, sólo un pequeño farol arriba de la puerta; la abrió. Habían solamente hombres. Algunos bebían, discutían y dormían. Kida se acercó al mesón. Un hombre servía ron.
– ¡Oye! ¿Has visto a alguien de negro?
– ¿Qué haces aquí niña? ¿Buscando a tu novio?
– ¡Qué te importa si es o no mi novio!
– Vete de aquí antes que tengas problemas.
– ¿Viste a alguien de negro? Insistió Kida.
– Pidió no ser molestado.
Corrió a otra puerta y entró. El barman lo siguió. Kida entró a un cuarto, no había nadie. Miró por la ventana que estaba abierta. Daba al bosque. Saltó. El hombre la vio correr y volvió a su trabajo.
Se dirigió al árbol donde había muerto Jinta. No había nadie.
– No quiero volver a casa – Se dijo.
Trepó el árbol y se sentó en una rama gruesa. Se durmió y oño.
– Nadie fue.
– ¡De qué!.- por fin pudo hablar Kida.
– Despierta- le dijo el mago.
Kida despertó, estaba botada en el suelo. La espada estaba botada a su lado. Vio una sombra y se levantó tomándola
– ¡¡Dee!!
Volteó y la miró de frente.
– ¡Así que eres tú quien perturba mis sueños!
– Antes eras pasiva, ahora estás desquiciada.
– ¿Cómo puedo seguir siéndolo? ¡Tú mataste a Jinta y le quitaste el corazón!
– ¿No encontrar al asesino te ha llevado a creer que soy yo?
– ¡Tú llegaste hace un mes a una calle, ensangrentado!, es obvio que eres tú.
– En tu conclusión, sólo hay una parte de verdad.
– ¿Cuál?
– Jinta me pidió que le diera alguna pócima para poder amar a una sola persona, pero no se la di. Él amaba a otra persona, aparte de ti.
– ¡¡Qué!! ¡mentira! –gritó, le puso la espada en el cuello y lo empujó al tronco.
– No te quería dañar –continuó pasivo –así que decidió matarse, ¡nadie fue!
Kida se enfureció y le hizo un corte en el cuello de Dee.
– ¿Por qué mientes?- le gritó más fuerte.
– Yo no miento –seguía igual de pasivo – un día antes de morir, me pidió que le sacara el corazón y te lo entregara.
– ¿Dónde está?
Dee extendió la mano izquierda y la movió a un lado, la tierra se juntó en un lugar y se desenterró un baúl.
Kida dudó un rato y luego se agachó. Estaba impaciente. Abrió el baúl y ahí estaba el corazón de Jinta, palpitaba despacio, al lado de él había una carta, leyó:
“un mito dice que al sacar el corazón de una persona, éste palpita has ta que lo encientra su amor, luego su palpitar se acaba. Compruébalo Kida”.
Kida se vuelta a mirar al mago, ya no estaba.
Ella enterró el corazón, una noche estrellad, cuando ya no palpitaba más. Conservó la carta. No soñó más con Dee y ella no lo buscó. Llevó a su madre a vivir con ella.
– Hija, debes olvidar, - se le acercó la madre- deja quedarme en tu casa, no es bueno que estés sola.
– ¡No! - gritó Kida- ¡Nadie me puede ayudar!
Salió corriendo al bosque, se sentó al lado del árbol donde había muerto su novio. Empezó a llover y se durmió.
Vio a un hombre. Andaba con un sombrero de punta inclinado a derecha, vestía un abrigo negro que llegaba hasta el suelo. Sus ojos eran inexpresivos y el pelo le llegaba a los hombros, ambos negros. Su piel era blanca.
– Ya has cambiado. Desentierra lo que está a tu lado - le dijo.
Kida despertó, su sueño había sido tan real que decidió cavar la tierra húmeda. Quedó completamente perpleja ¡Era la espada de Jinta! Leyó la escritura de la hoja “tu muerte no vale nada, si no es por venganza”. Realmente era de él.
Pasó un mes y ella seguía soñando con el hombre y lo único que le decía era : “Nadie fue”, y se despertaba.
Una noche iba caminando por una calle y escuchó hablar a una pareja:
– Ese Dee, jamás cambiará de ropa, ¡Ni el negro!
– Hasta su pelo y sus ojos son negros – le dijo el señor.
– ¿Quién es ese tal Dee? - Interrumpió Kida.
– Él es un mago. - Respondió la mujer.
– Yo creía que ya no existían.
– Es el último de este país. - Apuntó el hombre.
– ¿Cómo lo conocen?
– Pues, hace un mes, llegó ensangrentado y nosotros lo alojamos en nuestra casa, él se bañó y yo le lavé la ropa. Mi esposo desconfiaba de él, creía que era un asesino, pero Dee nos convenció que no lo era y nos contó que era un mago.
– ¿Por qué te interesas tanto por él? - Preguntó el hombre.
– Es que desde la muerte de mi novio, él se me aparece y lo único que me dice es: “Nadie fue” ¡Ni siquiera sabía que existía!
– Algo sabe de ti o de tu novio. - Le dijo el hombre.
– ¿Dónde está?
– Nos llegó un comentario de que está en la “Marca de Sangre”, un bar. Queda a cinco cuadras de aquí.
Kida se fue corriendo.
– Lo que llevaba en su espalda. ¿Era una espada querido?
– Sí.
Estaba agitada, había llegado a la “Marca de Sangre”. No había luz, sólo un pequeño farol arriba de la puerta; la abrió. Habían solamente hombres. Algunos bebían, discutían y dormían. Kida se acercó al mesón. Un hombre servía ron.
– ¡Oye! ¿Has visto a alguien de negro?
– ¿Qué haces aquí niña? ¿Buscando a tu novio?
– ¡Qué te importa si es o no mi novio!
– Vete de aquí antes que tengas problemas.
– ¿Viste a alguien de negro? Insistió Kida.
– Pidió no ser molestado.
Corrió a otra puerta y entró. El barman lo siguió. Kida entró a un cuarto, no había nadie. Miró por la ventana que estaba abierta. Daba al bosque. Saltó. El hombre la vio correr y volvió a su trabajo.
Se dirigió al árbol donde había muerto Jinta. No había nadie.
– No quiero volver a casa – Se dijo.
Trepó el árbol y se sentó en una rama gruesa. Se durmió y oño.
– Nadie fue.
– ¡De qué!.- por fin pudo hablar Kida.
– Despierta- le dijo el mago.
Kida despertó, estaba botada en el suelo. La espada estaba botada a su lado. Vio una sombra y se levantó tomándola
– ¡¡Dee!!
Volteó y la miró de frente.
– ¡Así que eres tú quien perturba mis sueños!
– Antes eras pasiva, ahora estás desquiciada.
– ¿Cómo puedo seguir siéndolo? ¡Tú mataste a Jinta y le quitaste el corazón!
– ¿No encontrar al asesino te ha llevado a creer que soy yo?
– ¡Tú llegaste hace un mes a una calle, ensangrentado!, es obvio que eres tú.
– En tu conclusión, sólo hay una parte de verdad.
– ¿Cuál?
– Jinta me pidió que le diera alguna pócima para poder amar a una sola persona, pero no se la di. Él amaba a otra persona, aparte de ti.
– ¡¡Qué!! ¡mentira! –gritó, le puso la espada en el cuello y lo empujó al tronco.
– No te quería dañar –continuó pasivo –así que decidió matarse, ¡nadie fue!
Kida se enfureció y le hizo un corte en el cuello de Dee.
– ¿Por qué mientes?- le gritó más fuerte.
– Yo no miento –seguía igual de pasivo – un día antes de morir, me pidió que le sacara el corazón y te lo entregara.
– ¿Dónde está?
Dee extendió la mano izquierda y la movió a un lado, la tierra se juntó en un lugar y se desenterró un baúl.
Kida dudó un rato y luego se agachó. Estaba impaciente. Abrió el baúl y ahí estaba el corazón de Jinta, palpitaba despacio, al lado de él había una carta, leyó:
“un mito dice que al sacar el corazón de una persona, éste palpita has ta que lo encientra su amor, luego su palpitar se acaba. Compruébalo Kida”.
Kida se vuelta a mirar al mago, ya no estaba.
Ella enterró el corazón, una noche estrellad, cuando ya no palpitaba más. Conservó la carta. No soñó más con Dee y ella no lo buscó. Llevó a su madre a vivir con ella.
Dayanne Jara (W. Elric)
2 comentarios:
Este bien logrado cuento pertenece a una alumna del 1º B del Liceo Yobilo A - 82, y con él obtuvo el primer lugar del Concurso de Poesía y Cuento del establecimiento.
Espero que lo hayan disfrutado.
jinta entonces a quien queria no me enetero de nada xdxd
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